viernes, 3 de octubre de 2025

20 días sin libertad



 La libertad es un concepto del que nadie se ocupa hasta que se la pierde. Un par de minutos es suficiente para comprenderlo.

 Una infracción de tránsito basta para que te la quiten y el desconcierto llega de inmediato. Nadie cree que sea posible, que se trate de un exceso, pero no hay vuelta atrás y la advertencia, tan repetida como ignorada, se impone no vale una sola cerveza cuando se conduce. 

El proceso es rápido, casi automático. En la madrugada suben a once personas al bus que llaman “de la alegría”. Un apodo algo  cínico, hasta cierto punto consolador, los lleva a una celda sin cobijas, allí, el frío y la incertidumbre son la primera bienvenida. 

Horas después, ya de mañana, los trasladan al juzgado. La sala es pequeña, blanca, con un silencio que multiplica la ansiedad, solo Pablo Padilla, uno de ellos, intenta generar broma para que la espera de seis a ocho horas no sea tan angustiante. 

La jueza no entra en ese espacio. Uno por uno pasa a otro cuarto para ser escuchados, juzgados y sancionados.  Escucha poco. No hay excusas, sólo sanciones, la lógica es simple, un accidente puede evitarse. A algunos les corresponden tres días, la negativa a realizarse la prueba de alcoholemia se convierte en argumento suficiente para imponer la pena máxima que son veinte días. 

De regreso al centro, el encierro se organiza bajo un sistema propio, cinco celdas, catorce personas en cada una. 

Una figura sobresale es el capo, quien más tiempo acumula y, por lo tanto, se convierte en líder, su deber es mantener el orden. 

A los recién llegados les toca trapear y limpiar la celda. Cada día ingresan nuevos detenidos de los operativos nocturnos, los que ayer limpiaron, hoy ya son parte del grupo, los que llegan empiezan desde cero. 

Las comidas son pobres y monótonas desayuno, almuerzo, merienda, entre ellos se hace perenne la leyenda que contiene azufre, lo que si tiene con seguridad es mucho arroz, poca proteína, casi nada de vegetales, así comer es solo rutina. 

Las familias llegan miércoles y domingos con bolsas de snack, dulces, pan y bocadillos. Alrededor del patio hay abrazos, risas, conversaciones. 

Luego, las golosinas y demás alimentos se colocan en una alacena común en cada celda. Esta acción por unas horas, genera un sentido de comunidad, un intercambio  entre quienes comparten el encierro. 

Entre las conversaciones aparecen las preocupaciones, qué pasará con la familia, cómo pagar las multas, si se mantendrá el trabajo. 

Cada noche, a las 20:30, la rutina se concentra en los teléfonos públicos, los detenidos tienen monedas de 25 centavos en la mano. Cada moneda, que debe ser extranjera, dura apenas un minuto, insuficiente para apenas escuchar la voz de la esposa, de un hijo, de un amigo, de padres, para oír un “te extraño” o un “te espero”. El sonido metálico de las monedas entrando marca la esperanza más grande del día que es sostener, aunque sea por segundos, el calor del hogar a la distancia. 

Las historias circulan. Luis Carrión, músico, convierte los días en melodías que acompañan a todos con su quena. Pedro Cabrera, apodado Reinsidente Calle 13, un poco aspero, pero de corazón ligero, se vuelve amigo. Alulema, un indígena, que cumple su condena, debe regresar a su comunidad, donde lo espera la justicia indígena. En tanto que, padre e hijo comparten el encierro, el joven por beber, el padre por salvarlo. Ellos piensan constantemente en la esposa y la madre, con una vergüenza compartida. 

Nadie lo dice, pero todos lo piensan, cada día dentro es un día menos y, sin embargo, también un día más por vivir.

Después del desayuno, el aire del patio se llena de la expectativa del voleibol, los especialistas se preparan, estiran el tiempo, como si el juego fuera una forma de olvidar dónde están.

Cuando aparece el Gran Calín, Alex Padilla con su bibidi y pantaloneta, seguro será un gran partido. En la otra esquina está Flores, el voleibolista más talentoso del centro, que sueña con ganar dólares por su habilidad. Flores tiene un don, pesca el talento de los nuevos apenas los ve moverse. 

Don Reyes, exfutbolista, vive esperando el fin de semana. El sábado por el campeonato, el domingo por las visitas. Su familia llega desde La Troncal y Ambato y ese reencuentro justifica toda la semana. 

A las seis de la mañana ya está trotando silencioso, respetado, constante. Siempre es el primero en salir al patio. Corre junto a Lenin Riera, apodado Tortuga o Alvin quien saluda a todos los que encuentra, el que incentiva a armar rompecabezas. Hablar con él es como leer un libro que no se acaba, siempre tiene algo que enseñar, algo que preguntar, algo que escuchar. 

A las 7:00, el ambiente cambia, es la hora en que los antiguos se encuentren con los nuevos. Los gritos resuenan en el patio, ¡ya vienen los nuevos!, es una mezcla de burla, y bienvenida, en el fondo todos se identifican con ellos, llegan confundidos y con miedo. 

Cuando se escucha un grito desde el patio ¡Oye suave con ese cepillo!, significa que Don Parra se ha despertado, el más antiguo del centro, el papá de los pollitos.

Todos ya sean viejos y nuevos, lo buscan, porque Don Parra entiende lo que nadie más y es cómo sobrevivir al encierro sin perder la cabeza. Su sentencia es de noventa días y ha aprendido que quien no se hace sociable, se derrumba.

Él inicia los chistes de la mañana y los remata al final del día. Cuando llueve, camina por los pasillos gritando ¡Paraguas, paraguas!, vende algo invisible, como si la rutina tuviera que mantenerse viva para no enloquecer. 

Su sombra inseparable es Don Troya, amigo leal y compañero de historias. Compartieron trabajo, desilusiones y promesas de hermandad. Troya salió antes, pero la amistad quedó amarrada como los nombres grabados en las tablas de las camas. 

Don Parra ha visto llegar y partir a muchos, espera su turno con calma, en ocasiones lo ves sentado, observando cómo el sol ingresa por el patio del centro, sabe que ese rayo, por mínimo que sea, es una forma de libertad. 

Pablito Padilla, el alma de la celda tres, es el humorista del encierro. Si él faltara, todo se llenaría de silencio. Tiene esa capacidad de levantar la cabeza de quien la tiene abajo, de arrancar una risa incluso cuando no hay razones.

Y cuando uno de los detenidos comienza a recoger piedras, todos saben lo que significa, alguien importante se va ese día. Es un ritual. Una funda de piedras es colocada secretamente en la mochila de los amigos que se van.

Así, las piedras se guardan como recordatorio de que el tiempo se detuvo por un momento y que, afuera, todavía hay algo esperándote, también sirven para no olvidar la promesa de nunca volver. 

El fin de semana es lo más esperado, no por el descanso sino por el movimiento. El sábado hay campeonato. El domingo, visitas y el lunes, final de 40, un juego que transforma el salón de cine en un pequeño coliseo. 

Los jugadores como Don Cangrejo y Don Tanquero se concentran con una gran solemnidad; cada jugada es seguida con respeto. En cambio, durante la semana, los mismos personajes son cómo músicos del Titanic, pues sea desayuno o almuerzo, en lluvia o sol, continúan su juego en cualquier rincón del patio. 

El mejor día es cuando está de turno Don Barbas, agente del EMOV, no es déspota, su trato es digno y amistoso. Cuando él está, el ambiente se siente más humano.

Aquí nadie tiene cordones, todos usan fundas de plástico en los zapatos, o zapatillas. Esa igualdad forzada borra las diferencias pueden ser médico, taxista, músico, tanquero, comunicador todos son un detenido más. 

Y entre todo eso, el sonido del vallenato, ese lamento alegre que se cuela en el patio, recordando los amores que quedaron afuera, los trabajos perdidos, los padres que aún están enojados, el encierro es tristeza, pero la amistad es lo único bonito, es el eco del mundo que sigue girando afuera. 

El resto es tiempo, son horas densas, largas, que apenas se distinguen entre sí. Todos han contado cuantas ondulaciones tiene el techo de sus celdas, 128.

Vivir en convivencia aquí es aprender a tolerar ronquidos, compartir un rollo de papel higiénico, reírse de lo inevitable y todos coinciden en una sola cosa lo mejor del centro son las bañeras, porque el agua sale caliente, el chorro es grande y son seguras y privadas. Por un instante, en ese golpe de agua, en soledad, se siente libertad. 

Cuando uno de ellos se va, cuando por fin le llega la libertad, hay vigilia, silencio y emoción contenida. No importan la hora, nadie se marcha solo, siempre hay un abrazo, una mirada que dice más que las palabras.  La puerta negra se abre y un agente  grita el apellido, el tiempo vuelve a moverse, la vida, que había estado en pausa, continúa. 

Afuera hay familia y amigos con los brazos abiertos, esperan, confían y exigen que esta vez no los decepciones, pero también hay nuevos amigos que sin duda serán las visitas del próximo domingo. 



jueves, 3 de marzo de 2016

Sala de neonato: horas sagradas


Desde hace cuatro días, las 9:00, 12:00, 15:00 y 18:00 son mis horas de esperanza y vida.  Un guardia abre una gran puerta negra y parece que el tiempo se detiene y nada más tiene sentido.

El pasado 26 de febrero, mi pequeña bebé, nació a las 34 semanas de gestación. Pasaron, por mi condición de salud, tres interminables días sin verla y sólo me consolaba con una foto, tomada clandestinamente por mi esposo.

Pero ahora esas son mis horas sagradas. espero ansiosa para cargarle, decirle que le amo y darle de comer. He aprendido a ser madre en esos pasillos, que están llenos de historias solidarias de madres adoloridas por los pocos días de haber dado a luz.

Los días de cama, recomendados para una madre, luego del parto, las aguas, limpias y baños, no tienen nada que ver con la realidad de la sala de neonato. El reposo y la casa han sido reemplazadas por las sillas del hospital, a la espera que las horas pasen para que nuevamente se abra esa puerta negra.

Nos alegramos cuando a uno de esos bebés triunfadores y valientes le dan de alta y las madres llegan con las mejores ropas para llevarlas a sus casas.

Y es que el optimismo debe ser lo último que se pierde, es la frase favorita de muchas de nosotras.

En el banco de leche materna, nos contamos los progresos de nuestros hijos y nos sentidos orgullosas de ellos. "Ya puede respirar sola" "Ya está superando la neumonía" "Hoy empezó la fototerapia y espero que ya le den de alta".

Nadie comenta de lo adolorida por la cesaría o que pasó y porqué se adelantó el parto. Eso no importa, pero sólo ver como caminan sabemos que estamos cansadas, con piernas inflamadas, o como en mi caso con una presión alta.

Estoy aprendiendo a ser mamá en ese entorno, creo que falta poco para estar completamente con mi niña y dios sabe cuando lo deseo.

Por ahora respiro y disfruto de sus sueño, pereza y sus pequeñas reacciones en su rostro de alegría, aunque las enfermeras dicen que sólo es una reacción en los músculos de su rostro, yo prefiero creer que ella ya me reconoce y se siente feliz de estar junto a mi. Ya falta poco para que pequeñita Sisa  Romina llegue a casa.





viernes, 8 de mayo de 2015

Un día de la madre sin ser madre

Esa pregunta siempre tiene las mismas respuestas: estamos acoplándonos, recién nos casamos, este año tiene que ser...pero pasa el tiempo y nada.

Así, las preguntas más ingenuas son lacerantes, demasiado dolorosas. Es que las mujeres que ya pasan de los 30 años, el no tener hijos es extraño, y vienen las explicaciones igualmente desagradables.

Una semana antes de cada segundo domingo de mayo, lo único que se quiere es esconderse, dejar de ver y escuchar promociones maternales, para la compra de cualquier producto de turno, que incluyen imágenes de niños con ojos tiernos, pidiendo abrigo de sus madres.

Pero el peor día es ese domingo  donde los sobrinos con sus tarjetitas de colores le dan a sus madres y preguntan con esa inquietud tan simple: y no puedes tener hijos?, entonces lo único que haces es retirarte silenciosamente para no generar esos ojos de lástima.

Para muchas mujeres, la decisión de no tener hijos no es propia y ves como pasan los años, observas el crecimiento de los hijos de tus amigos, familia y sigues así aguantando ese sentimiento maternal, que está ahí latente y que a veces explota.

Abrazas a tu pareja, pero miras que cada vez que ve a un niño de le derrite el rostro. Un buen día te dice que quiere separarse porque ya es padre y te deja un perro, 15 días antes de contarte.

Pero no importa el perro se vuelve tu hijo, claro incomprensible para mucha gente. "No hay nada como un hijo" "no puedes comparar su amor" pero a la final te resignas igual ya conoces el amor maternal a través de un perro al que ya no llamas perro sino tiene un lindo nombre y una buena historia en tu vida.

A dos días del Día de la madre, para muchas mujeres son días tristes y complicados, nadie, a excepción de nosotras lo podríamos sentir. Nadie nos dirá feliz día mamá.

jueves, 3 de julio de 2014

Recuerdos

Parecía imposible, pero el tiempo hace que el dolor se vaya acomodando a nuestro cuerpo y se incorpore a nuestra alma para darnos de una u otra forma, consuelo. 

El luto, el luto hermana mía, no se va cuando se deja de usar el ropa negra, después de varios meses de usarlo, me di cuenta que no servía màs que para alertar a los demás, que alguien cercano a ti se murió, que estas sensible y das pena, pero el luto está ahí presente, está en un rincón esperando sólo que te sientas vulnerable y estalles. Por ahora, te cuento que por mi parte está controlado. 

Ha pasado ya un año ocho meses, y tu recuerdo está intacto. Hoy me di cuenta que cada uno de nosotros somos gente extraordinaria para esas personas que amamos. Y si no tenemos tiempo suficiente para ser algo fantástico  para el mundo, no importa lo hicimos para los que nos rodean, y por eso  seremos recordados y amados por siempre. 

Cuando moriste, mi corazón se convirtió en una piedra, no había nada más doloroso que tu partida y nada superaba ese sentimiento de pena. Ahora siento que estoy, no creo que bien sería la palabra, pero volví a ser la sentimental de siempre, y si bien  no es tan bonito, como tu lo haces bien, estoy feliz de volver a ser la misma. 

Luego de tu partida nos sigues enseñando. Nuestra familia se encarga de que las flores de tu tumba, nunca se marchiten, he sido testigo de las tertulias de nuestros padres, la Vero, el Luis David, el Henry y el Sebas, tu hijo, que hacen junto a tu lápida, cambiando el agua de tus flores y limpiando los osos con tu nombre, que te trajeron para que te acompañen en tu lecho. 

Nos hemos convertido en una mejor familia y te agradezco por eso. Nos dejaste esa labor extraordinaria. Te amo ñañita de mi alma. Gracias por ser la mejor hermana del mundo...


lunes, 16 de septiembre de 2013

Para mi hermanita

Te recuerdo muy bien con esos enormes ojos negros tan picarones que enloquecían a cualquiera. Tú mi hermanita mayor con un año y nueve meses, la traviesa de casa y la que le sacaba canas verdes a mamá y papá. 

 Recuerdo nuestras salidas a comprar leche y nuestros repentinos dolores de cabeza, para salir a la tienda, a literalmente coquetearnos con los vecinos. Tú eras mi maestra, yo una niña chiquita, sin gracia, tú la más extrovertida y hermosa.

 Tus hazañas llegaron a la cúspide y a la poca paciencia de nuestros padres, cuando se te ocurrió la grandiosa idea de escaparte con tu novio, justo cuando habías hecho una torta y todas tus amigas te esperaban impacientemente en el colegio; cuando no llegaron ni la torta ni tú, hicieron un escándalo y claro nuestra madrecita, que era tan preocupada y de poco genio, llamó a toda la patrulla de tíos, hasta que te encontramos feliz en el parque Miraflores, abrazada a tu Romeo.

 Desde ese día, nos castigaron de por vida, exageración de mamá, que duró pocas semanas por cierto. 

 Pero tus golpes de hermana enfurecida también me llegaron, ni creas que lo olvido. De abusar de mi buen genio y obligarme a hacer tus labores domésticas, a cambio de silencio de nuestros grandes secretos y en este momento me parecen tan tiernos e infantiles. 

 Las equivocaciones de un cuaderno llamado chismógrafo, parecido sin duda al facebook, de esta época, donde terminé siendo novia, el primero por cierto, de alguien que estaba enamorado de vos, que gracioso no. 

 Tus épocas felices, de sonrisas absolutas de esa sonrisa, que no se borró ni cuando estuviste en tu ataúd. Me hacías reír a carcajadas con tus ocurrencias y en vacaciones lo máximo era servirnos tus suculentos desayunos que parecían meriendas, que llevábamos a la cama con sarten y todo.

 La felicidad más hermosa, fue cuando me dijiste con una voz un poco nerviosa que estabas embarazada, me dio tanto gusto, mi segundo sobrinito, claro que todo era medio complicado, pero tu sabías llevar bien la situación, fue nuestras alegría y uno de los secretos más bien guardados que tuvimos. 

 Soy feliz porque compartí contigo los momentos más lindos de mi vida de niñez, adolescencia y juventud. Tu fuiste el mejor regalo que me dieron mis padres y por eso, me cuesta desprender mi espíritu del tuyo.

 Hace 10 meses, una llamada con voz de sollozo, de nuestra madre me informó tu triste partida. Me encerré en el baño de mi trabajo y empecé a llorar como una niña, y lo más grave es ñañita que no he parado de hacerlo, siempre cuando tengo estos momentos de soledad, te escribo, te lloro. 

Según un libro, hermanita de mi alma, es que aun no termino de pasar mi etapa de dolor y debo dejar que pase. No es fácil desprenderse de un rato para el otro, de mi hermanita de mi alma, no deseo a nadie que pase por esto, es muy duro y triste. Voy a pensar en ti y en tu sonrisa y voy a intentar reponerme, es mi compromiso.

martes, 30 de agosto de 2011

Las calles tienen dueños en la madrugada




En el Centro Histórico son las 05:00 y el movimiento de la ciudad reaparece.  Las fundas plásticas y pequeños papeles se alzan y vuelan en contubernio con el viento frío de la madrugada.  Los trabajadores de barrido  de la Empresa de Aseo de Cuenca, EMAC EP, se apresuran a su “calle”, ocho cuadras, que serán limpiadas en menos de dos horas.

Ximena Patiño, de 23 años, con una bufanda de colores, una capucha roja, gorro, y  overol azul, comienza su jornada en la calle Benigno Malo y Gran Colombia ahora desoladas.  Sus 34 compañeros, la mayoría mujeres, se han separado. Es sábado.

Desde hace cuatro años trabaja para la EMAC. Es sacrificado, pero está acostumbrada a madrugar y laborar todos los días de la semana. “Es un trabajo digno y profesional”, reconoce. 

Lleva consigo una escoba y un gran recogedor hecho por ella misma de un palo y la base de un tacho de gasolina. “Para recoger la basura  botada por la gente, los viernes en la noche, se requiere de un recogedor con boca grande”, dice la joven con dos niños menores de seis años. También lleva tres fundas negras adicionales que servirán para completar su labor.

Con unos guantes verdes de caucho, Ximena escudriña parsimoniosamente los canales de agua de la plazoleta de Santo Domingo. Allí  encuentra de todo, desde tusas de choclos asados, papeles y fundas, hasta vidrios. El cuidado es extremo para no cortarse.

 Las lámparas del alumbrado público se apagan, ya son las 06:00, dice la mujer, quien se apresura, tiene una hora para completar su primera de cuatro jornadas del día y aun le falta seis cuadras. Los vehículos comienzan a circular por la Gran Colombia a la altura de la calle Padre  Aguirre y la gente sale de sus casas.

Alrededor de las bancas de la plazoleta, los desperdicios se amontonan y hace falta una de sus fundas negras para depositarlas. Al frente, en cambio, el problema se centra en los macetones, que no tienen flores. Ella cree que las colillas de cigarrillos dispersas y que suman unas 200, las han quemado.

Los trabajadores de recolección, de la EMAC EP, llegan a la plazoleta y descargan los desperdicios de los basureros y se los llevan. Ximena ayuda a la tarea y da la bienvenida a Lorenzo Sánchez, su compañero de labores. Él se ocupa de la calle Padre Aguirre y barre alrededor de una de las bancas de su mitad de la plazoleta, sin alzar su cabeza.    
El carro recolector de Ximena siempre está en la esquina de las trasversales de la Gran Colombia. Esta es una de sus múltiples técnicas de barrido. También coge la escoba con una mano. La otra, ya está ocupada con el recogedor. Para aprovechar el tiempo, apilona la basura en la mitad de la cuadra, junto a la vereda. Luego la recoge.

En épocas de navidad, fin de año y fiestas de Cuenca, la joven se levanta más temprano, a las 03:00 o 4:00,  porque los ciudadanos consumen y ensucian más. También se duerme más tarde a las 02:00, hay que esperar que las actividades nocturnas concluyan para barrer y evitar que la ciudad esté sucia.

El frio cede y el sol de las 6:30 calienta la vereda derecha de la esquina de calle General Torres y Gran Colombia.  La madre de Ximena, Julia Patiño, también trabajadora de barrido, conversa segundos con ella y le pide apresurarse. Su hijo Josue, de 10 meses, la espera.   

En cada cuadra, Ximena se demora cerca de 15 minutos. Las cuadras más difíciles están entre la calle Padre Aguirre hasta la Tarqui. Su recolector resulta pequeño ante la cantidad de basura que tiene que recoger.
Ahora debe lidiar con el transporte urbano, el incremento visible de vehículos y la gente que camina. El polvo, que ella misma propicia cuando pasa la escoba por el filo de la vereda, le obliga a sacar su pañuelo y cubrir su rostro.        
 Ximena termina a las 07:00, en la calle Miguel Vélez. Empuja su carro donde cuelgan, además, tres fundas de basura llenas, y vuelve a su casa para desayunar junto a sus hijos y parcialmente ocuparse de los quehaceres de su hogar.   

 A las 09:00, en fila los carros recolectores, ya descargados, están estacionados en el parqueadero de la calle Sangurima entre la Luis Cordero y Benigno Malo y el personal llega de a poco a la segunda jornada.   


La mayoría de ellos son mujeres. Ximena llega con su carro recolector lleno y sus dos hijos: Josue, de 10 meses, se quedará en el estacionamiento, junto con dos niños más, de siete meses y un año y medio, hijos de sus compañeras Patricia e Inés.  La dueña del lugar, Vilma,  se encargará de los niños hasta la 18:00, hora que termina la última jornada.

 Jhoselin, de 6 años, en cambio, acompañará a su abuela Julia a su recorrido por unos minutos y volverá a la casa a esperar a su madre.

En la segunda jornada, Ximena se encarga de toda la calle Sucre de 1200 metros. Pero antes, se detiene en los contenedores del Mercado Nueve de Octubre para descargar su carro.

 Le espera un largo trabajo, que termina en la tarde, en ese mismo mercado luego que todos los compradores y vendedores se hayan ido.  El domingo la rutina de las 05:00 inicia nuevamente, esta vez con más basura por barrer.   

El mundo del barrido de las calles
-          Desde las 05:00, 32 obreros miembros del personal de barrido de la empresa de Aseo de Cuenca, EMAC EP, deben barrer, en dos horas, 19.890 metros de calles, solo en el Centro Histórico y sus zonas aledañas.
-          Para mantener los niveles de limpieza en la ciudad, de acuerdo con datos de la EMAC EP, el personal está dividido en cinco turnos de trabajo que inician a las 05:00. 
-          15 obreros vuelven a trabajar de  09:30 a 13:30 y 14:30 a 18:30 en 17 mil metros de calles, que se incluye la limpieza de los puentes, veredas y plazoletas de cada una de las calles.
-          08:30 a 11:30, 6 obreros se ocupan de 7.700 metros de calles y avenidas y de 13:00 a 16:00, 7.600 metros.
-          La EMAC EP invierte alrededor de 869.913,50 en 104 semanas de barrido en el Centro Histórico.                                                      


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lunes, 22 de agosto de 2011

400 mil feligreses caminan junto a la imagen de la Virgen del Cisne en un trayecto de 20 horas




La romería del Cisne a Loja, con tres trayectos, inició el pasado 17 de agosto. La imagen de la Virgen llegará a Loja el próximo 20 de agosto. Miles de fieles hacen el recorrido inspirados por la fe.




Una leve neblina cubre el pequeño pueblo de El Cisne, ubicado a 72 kilómetros de Loja. Es 16 de agosto, 20:00.  El apacible movimiento de sus habitantes, de hace un mes, desaparece. En su lugar, 10 buses urbanos y camiones repletos de gente se detienen a un kilómetro de la imponente iglesia con tendencia gótica, que tiene como dueña de casa  a la Virgen  el Cisne, para dejar a los fieles.

Un ambiente de mercado da la bienvenida al pueblo: los olores de comida recién preparadalos gritos de los vendedores de velas o de lugareños abriendo las puertas de sus casas,  invitando a los visitantes alquilar sus cuartos o baños.  Los comerciantes de esteras caminan con este producto, que los fieles usaran como colchón para descansar por unas horas. 

Las puertas de la iglesia están cerradas y con las luces apagadas, ahí duermen por lo menos 150 personas que llegaron más temprano. Afuera, junto al templo,  una  banda de pueblo con su música, acompaña la ocupación de los visitantes a los pocos espacios que quedan en la plataforma de la iglesia.

 Los fieles se instalan con sus esteras y cobijas a la espera de la salida de la imagen de la Virgen del Cisne, en andas, a San Pedro de la Bendita, a 21 kilómetros, en su primer trayecto para llegar caminando a Loja, el próximo 20 de agosto.  

Un grupo de siete jóvenes se apresuran a colocar papel periódico en un espacio que aún queda libre. Permanecerán sentados hasta las 4:00 del 17 de agosto, para iniciar la caminata de seis horas hacia San Pedro. “Es la promesa y la fe”, dice Susana, quien vino de Quito.

En el convento los sacerdotes descansan. Todo está preparado para que la Virgen llegue a Loja en cuatro días.  50 sacerdotes participarán en toda la conmemoración religiosa que concentra a más de 400.000 fieles de todo el país y de Perú y que tiene más de 80 priostes.
El vestido que usará la imagen de la Virgen, el primer día de su viaje,  blanco con rojo, ya está listo y fue donado por uno de sus fieles.  “Nunca repite un vestido y siempre lleva un sombrero, que es el símbolo de la peregrina caminante”, cuenta el sacerdote William Arteaga, director de la Radio Reina del Cisne. 

Día de la romería

En las calles a las 3:30, del 17 de agosto, hay velas encendidas y fieles como Santiago, de 32 años, que las contemplan. Las puertas de la iglesia están abiertas y la multitud aprovecha hasta el más pequeño espacio para ingresar. Teresa agarra con fuerza cinco velas encendidas, mientras un sacerdote inicia la misa de 04:00. La imagen de la Virgen saldrá a las 07:00 resguarda por más de 50 policías y llevada en andas por sus fieles.

En la carretera a las 04:15 ya hay más de 200 fieles que se adelantan a la caminata que durará seis horas. El frío de la madrugada, de este pueblo con una altitud de 2.252 metros sobre el nivel del mar y el cansancio, los acompañan. En los filos de la carretera, llena de curvas, decenas de personas aun descansan envueltas en cobijas, mientras los comerciantes de comida vuelven a aparecer promocionando sus productos.

En dos horas y media de caminata, los feligreses, muchos de ellos cargados a sus hijos menores de dos años, se han sacado sus zapatos y caminan descalzas para disminuir el dolor de los pies por el esfuerzo.  Patricia Puma, de 45 años, se sienta con sus hijas al filo de la carretera. Desde hace 40 años camina este trayecto. “Es la fe que tenemos a la churudita, antes llegaba hasta Loja, pero ahora solo le dejo hasta La Toma.  El trayecto de La Toma a Loja es muy largo”.

A la cuarta hora, el esfuerzo se refleja en el rostro de la gente. Ya son las 09:00 y el sol aparece y obliga a colocarse gorros, gafas y tomar agua. Muchos parecen que caminan mecánicamente y arrastran los pies. “Vengo a llevarle a mamita Virgen, pero me adelanto ya que no avanzo a correr igual con ella”, dice Rosa Santos, de 69 años, quien intenta acelerar el paso en la cinco hora de caminata y llega a coger uno de los primeros puestos en la misa de 11:00, en la Hacienda San Pedro, presidida por la imagen de la Virgen.   

 A las 10:30, muchos ya han llegado a San Pedro de la Bendita, se acuestan en sus esteras traídas en hombros del Cisne a esperar que llegue la imagen.

Son las 13:00 y las estrechas calles de tierra de San Pedro están repletas de personas, mientras cintas multicolores dan la Bienvenida a la imagen. “Ahora solo queda descansar”, dice Patricia Puma.  Al día siguiente, es decir el 18 de agosto, las mismas personas saldrán a la ruta San Pedro-Catamayo, La Toma, en un trayecto que durará dos horas. Luego el 19, iniciará el recorrido más largo, La Toma-Loja que durará alrededor de 12 horas.

Los kilómetros marcarán la fe de los peregrinos que ya para Loja, el 20 de agosto, serán más  de 400 mil.